Aprovechando esta conmemoración, UGT lanza un mensaje de alerta, pero también de acción: la pérdida de suelo fértil en España pone en jaque el empleo, la soberanía alimentaria, la salud de los ecosistemas y la cohesión territorial. A la vez, esta crisis puede transformarse en una oportunidad para generar empleo verde, revitalizar el medio rural y avanzar hacia una gestión justa y sostenible del agua.

La referencia internacional de este año, Colombia, nos ofrece un ejemplo esperanzador: políticas integrales para proteger el suelo, sistemas agroalimentarios sostenibles, redistribución de tierras y participación de comunidades rurales.

Por ello el sindicato reivindica que España debe seguir este camino, con una planificación hídrica democrática, restauración ecológica y justicia para quienes sostienen el campo y, para ello, es fundamental empezar a cumplir cuanto antes las acciones establecidas en el Primer Plan de Implementación (2025-2027), incluido en la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación.

España: un país al borde del colapso hídrico

•    El 75% del territorio está en riesgo de desertificación, y un 11% en riesgo muy alto.

•    En 2050, 27 millones de personas vivirán en zonas de estrés hídrico.

•    El 44% de las aguas subterráneas está en mal estado y los embalses apenas alcanzan el 50% de su capacidad.

•    El modelo de regadío intensivo, que consume el 80% del agua disponible, agrava esta situación.

La sequía es cada vez más intensa y frecuente. Su impacto se extiende mucho más allá de lo ambiental: se pierden cosechas, se destruyen empleos, se vacía el medio rural y se generan conflictos por el uso del agua. La sobreexplotación de acuíferos, la contaminación, el crecimiento urbano desordenado y el abandono del territorio actúan como fuerzas combinadas en un proceso acelerado de pérdida de suelo y empobrecimiento estructural.

Restaurar el suelo es crear oportunidades

UGT defiende que restaurar las tierras degradadas puede convertirse en un motor de desarrollo justo y sostenible. Según la ONU, cada dólar invertido en restauración puede generar hasta 30 dólares de retorno social, ambiental y económico. Esta inversión debe orientarse a:

•    Generar empleo verde y de calidad en la restauración ecológica y la gestión del agua.

•    Fortalecer el tejido productivo rural agroalimentario, la economía circular y la soberanía alimentaria.

•    Modernizar infraestructuras de riego y acabar con los pozos ilegales.

•    Fomentar el almacenamiento de agua de lluvia, la desalinización y otras tecnologías de adaptación.

“Sin suelo fértil no hay alimentos. Sin alimentos no hay empleo, ni vida digna. Sin justicia hídrica, no hay justicia social.”

Por todo, el sindicato reclama un compromiso firme para que la gestión del agua y del suelo deje de ser una cuestión técnica inadvertida y pase a ser una prioridad política, económica y social. Es el momento de invertir en restauración, en empleos verdes, en cuidados del territorio y en derechos. Porque restaurar la tierra es también restaurar la dignidad y las oportunidades de millones de personas