Artículo de opinión: mujeres y sindicalismo

Artículo de opinión: mujeres y sindicalismo

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Carmen Vidal, Secretaria General de UGT Almería
Carmen Vidal, Secretaria General de UGT Almería

Estamos asistiendo a lo que ya se ha denominado como “cuarta ola feminista”. Y debe ser cierto cuando las mujeres de todo el mundo nos hemos lanzado a la calle para decir “basta ya”. Basta ya de brecha salarial, basta ya de violencia machista, basta ya de discriminación de género. Porque, seamos realistas, el machismo sigue presente, ya sea en el ámbito público o en el privado, en el trabajo o fuera de él. Y ha llegado la hora de que las mujeres no permitamos que se minusvalore nuestro potencial y nuestro trabajo por el simple hecho de ser mujer.

También en la acción sindical las mujeres notamos ese rescoldo machista que, a veces, pone en cuestión la forma en que desarrollamos nuestra labor en la defensa de los derechos laborales. Vaya por delante que me enorgullece pertenecer a la UGT, una organización sindical feminista en la que jamás me he sentido marginada ni por ser mujer ni por cualquier otro motivo. Y creo que mis compañeras, que trabajan junto a mí, pueden corroborar estas palabras.

Pero salgamos a la calle. ¿Cómo se nos percibe fuera de este ámbito?. ¿Nos hemos sentido alguna vez ninguneadas por el hecho de ser mujer y, además, sindicalista?. En este último caso la respuesta es, por desgracia, afirmativa. Sí, a muchas de nosotras se nos ha cuestionado nuestro trabajo por ser mujer. No debemos olvidar que el mundo del sindicalismo ha estado, hasta hace pocos años, copado casi exclusivamente por hombres y en el que, a pesar de no faltar mujeres luchadoras, la mayoría de ellas han estado a la sombra y en un segundo plano, oscurecidas por un sistema patriarcal en el que no había lugar para la igualdad. Todavía queda esa rémora que hace que, desde fuera, a las mujeres sindicalistas aún se nos cuestione nuestra aptitud para desenvolvernos en este entorno.

En el desarrollo de nuestra actividad sindical, a las mujeres bien se nos subestima por considerar que no estamos preparadas para lidiar con los problemas laborales, o bien se nos trata con esa actitud paternalista por parte de aquellos que aún creen que somos débiles, que se nos debe proteger, y que nuestros errores (porque también nos equivocamos) son fruto, sólo y exclusivamente, de nuestra feminidad, entendida como fragilidad, debilidad, subordinación y nulas o pocas dotes de mando.

Sin embargo, las mujeres tenemos la competencia suficiente y necesaria para distinguir qué es lo que necesita nuestra sociedad para alcanzar el bienestar, la capacidad suficiente para saber qué derechos nos están arrebatando y qué hacer para recuperarlos, la capacidad para adoptar decisiones acertadas y, dicho sea de paso, la capacidad necesaria para escribir nuestros propios discursos y hacer nuestras propias locuciones en un Primero de Mayo, sin que ninguna otra persona tenga que dar el visto bueno a nuestras acciones, encaminadas única y exclusivamente a defender a los trabajadores y trabajadoras.