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BRECHA SALARIAL: UNA DE LAS VERGÜENZAS DE LOS PAÍSES DEMOCRÁTICOS

Brecha Salarial, una de las vergüenzas del los países democráticos.

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Carmen Vidal -Sª General UGT Almería
Carmen Vidal -Sª General UGT Almería

La última brecha salarial que hemos conocido, corresponde a 2017 y se sitúa en 21,92 %. Por cuarto año consecutivo desciende unas décimas y se equipara a la brecha de 2008. Los siete millones de mujeres asalariadas en 2017, tuvieron unas ganancias medias que no llegaban a los 21.000 euros brutos anuales, mientras que los más de ocho millones de hombres asalariados, de media percibieron cantidades superiores a los 26.000 euros anuales. En nuestra provincia con la menor brecha de toda Andalucía según el estudio realizado por UGT rondando el 12% con los datos aportados de la agencia tributaria hay que poner de relieve que es general y no por sectores y que además el salario de nuestra provincia es de los más bajos de la Comunidad y también el de menor diferencia entre hombres y mujeres por trabajos de baja cualificación y baja industrialización. Aunque hay que poner de relieve que la auténtica brecha salarial no se produce al inicio de la vida laboral, sino que se abre una enorme grieta en los salarios de hombres y mujeres, coincidiendo con la edad en que las mujeres asumen mayores responsabilidades familiares, especialmente a partir de los 35 años. En pleno siglo XXI, muchas empresas a la hora de contratar a personas trabajadoras valoran y preguntan abiertamente a las mujeres, no a los hombres, si tienen o van a tener descendencia, lo que es un claro factor de discriminación en el acceso a puestos de trabajo y para la promoción profesional. Quizás las implicaciones que la maternidad tiene para las mujeres expliquen que seamos el país europeo con la más baja tasa de natalidad. Algún día las empresas de este país, y no solo las administraciones públicas, tendrán que asumir su responsabilidad en el envejecimiento de la población. La maternidad no es ni puede ser considerada como una causa de absentismo laboral. En los niveles más altos de la escala profesional de las empresas, la presencia de mujeres directivas es poco más que simbólica, y cuando acceden a puestos de responsabilidad siguen encontrando dificultades para su desarrollo profesional y detectan cada vez más dificultades en el reconocimiento de sus tareas, en la conciliación y también padece la brecha salarial. La mayoría de las empresas siguen estando diseñadas por hombres y con los valores de los hombres, con la consiguiente pérdida del talento de la mitad de la población, cuando cada vez con mayor intensidad se pretende incorporan en la dirección y gestión de las empresas, valores y formas de dirección que aportamos las mujeres.

La mayor discriminación salarial en el seno de las empresas se produce, como dice nuestra legislación, en la calificación de los trabajos como de "igual valor", que es aquí donde radican las auténticas discriminaciones, pues se pagan más a las categorías masculinizadas, a pesar de que los requerimientos formativos exigidos sean iguales que los de las categorías feminizadas. Las escasas infracciones detectadas por la Inspección de Trabajo no demuestra que no hay discriminación, sino que se debe a la falta de efectivos, cuyo número apenas crece y si los problemas laborales y de igualdad. El Salario Mínimo Interprofesional contribuye, entre otras muchas cosas, a reequilibrar el reparto de la riqueza, impulsar la economía, el empleo, el bienestar social y corregir las desigualdades pero también, y esto es muy importante, es un buen antídoto contra la brecha salarial. El 60% de las perceptoras del nuevo SMI son mujeres. Y de ello se han beneficiado 2,1 millones de personas trabajadoras –1,6 millones a tiempo completo, de las que 910.000 son mujeres (el 57%), y en torno a medio millón a tiempo parcial, tres de cada cuatro son mujeres–. A este respecto, hay que tener en cuenta que la mayoría querría trabajar a tiempo completo y, también por abrumadora mayoría son las que cogen las excedencias y reducciones de jornada por cuidados de hijos u otros familiares. Y eso tiene un coste en la vejez porque, cuando finaliza nuestra vida laboral, la brecha se amplía.

Se ha dado un paso importante, pero ahora hay que seguir presionando. Los empresarios tienen que cumplir el compromiso pactado en el IV Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva y lograr que ningún salario se sitúe por debajo de los 1.000 euros a finales de 2020. Esto será muy positivo, sin duda, para sostener el consumo de las familias y para aumentar los ingresos públicos vía impuestos y cotizaciones, pero también para que las personas trabajadoras sean, al menos, menos pobres. No olvidemos que dos de cada diez mujeres asalariadas lo son. UGT Demanda al Gobierno la creación de Escuelas Infantiles de 0 a 3 años, de carácter público, gratuito y de calidad, así como centros día públicos que aseguren los cuidados de las personas dependientes. Es necesario implementar y reforzar un sistema de cuidados de calidad, atendido por personas profesionales que atiendan a las personas en situación de dependencia y discapacidad para evitar el abandono del empleo de las mujeres para dedicarse al cuidado de las personas dependientes, ello contribuirá a acabar con las discriminaciones salariales y en particular con la brecha salarial de la mujer, cuyo trabajo se concentra en los sectores peor retribuidos y en las categorías salariales peor remuneradas. Por eso es imprescindible incluir cláusulas en los convenios y en los planes de igualdad que introduzcan el concepto de igual salario para trabajos de igual valor y poner en marcha una Ley de Igualdad Salarial, negociada con los interlocutores sociales.

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